La rinoplastia es un procedimiento en el cual, a través de cortes internos (en la mayoría de los casos), se corrigen los defectos heredados o causados por secuelas de traumatismos en la nariz. La mayoría de las rinoplastias son reductivas, es decir, se reduce el tamaño tanto del dorso, cuerpo y punta de la nariz. También, en algunos casos, cuando la base de la nariz es muy ancha, esta puede disminuirse. Para reducir el dorso de la nariz, es necesario fracturar y limar los huesos nasales. Además, en la punta se trabajan los cartílagos de forma tal que esta quede armoniosa con el dorso.

Es importante que la nariz “encaje” con la cara, por lo que en algunas ocasiones es mejor hacer crecer la nariz en vez de reducirla. Se tiene que mantener un balance armonioso entre la nariz, los ojos, la boca y toda la cara. Una nariz preciosa para unas personas no puede quedar bien en otras, por lo que es muy importante discutir con el paciente cuáles son sus posibilidades para llegar a un buen resultado.

La rinoplastia es una cirugía que raras veces tiene complicaciones. Se realiza con anestesia local con sedación o también puede ser con anestesia general. Dura entre una y dos horas y es de forma ambulatoria. Se deja una férula de yeso por una semana y luego otra semana más con una férula hecha de tapes. Esto tiene como finalidad inmovilizar la nariz para que las estructuras cicatricen en la posición deseada. En el postoperatorio inmediato, es bastante común tener hematomas y edema facial, los cuales se van resolviendo antes del mes. Los resultados finales se ven luego de 180 días. Una cirugía bien planeada, en la cual se encuentra un mutuo consenso entre médico y paciente, trae muy agradables resultados tanto estéticos como psicológicos, ya que una rinoplastia sí cambia la expresión de una persona.